Translate

domingo, 31 de agosto de 2014

Anil Book Corner, New Delhi (India)

Viajando al borde del acantilado Kishtwar Kailash (6.451m), Himalaya hindú


Por qué Internet está obsesionado con humillar a las princesas Disney

 

No hay tendencia más irreductible en la Red que la de dibujar a los personajes clásicos de la casa en las peores situaciones adultas

 
 
En las últimas décadas, hemos sido testigos de cómo se pulverizaba el halo de glamur e inaccesibilidad que envolvía a las monarquías occidentales. Hemos visto al marido de la princesa Estefanía de Mónaco –Daniel Ducret– trajinarse a una modelo al borde de una piscina; al rey Gustavo de Suecia reconocer que participó en orgías y al príncipe Enrigue de Inglaterra sacarse fotos ataviado con una esvástica o directamente desnudo. ¿Si los aristócratas de carne y hueso han demostrado que sus vidas pueden ser tan poco modélicas como la de cualquiera, por qué iba a ser distinto en el caso de los de ficción?
José Rodolfo Loaiza Ontiveros
Internet se ha llenado en los últimos años de montajes que desmitifican a los príncipes y princesas Disney un paso más allá: Cenicienta con el ojo morado cual víctima de violencia de género, Ariel, atacada sexualmente por su padre, Bella imitando a Miley Cyrus sobre una bola de demolición, Blancanieves borracha; el príncipe Aladdin (prometido novio de Yasmin) enrollándose con Hércules. Incluso hay quién ha dedicado su tiempo a dibujar a los príncipes de Disney posando para un supuesto selfie completamente desnudos. La lista de reinterpretaciones y perversiones de estos icónicos personajes infantiles es más larga que un solo de Santana, pero a diferencia de este parece que los internautas jamás se sacian de ellas. Publicaciones online como Cosmopolitan o Jezebel tiene etiquetas específicos para agrupar las informaciones y montajes dedicados a la realeza Disney, que se han convertido ya en un género en sí mismos.
José Rodolfo Loaiza Ontiveros
Pero, ¿cómo es posible que aún sigan despertando interés y considerándose provocativos? “Al haber crecido con el idílico mundo de Disney como meta, es normal que la mayoría de las personas intenten desmitificar todo aquello imposible de alcanzar y, en cierta manera, vengarse de estos personajes a golpe de cruda realidad”, reflexiona Andrés Borque. Este Dj y agitador cultural es, además, un experto en la iconografía Disney, organiza fiestas temáticas e incluso ha compuesto canciones sobre los cuentos originales en los que se basan las películas de la multinacional.
KittRen (DeviantART)
Resulta tentador y muy eficaz en términos narrativos someter ese mundo ideal (aquel de la canción de Aladdin, claro) a desgracias o situaciones que harían morir de un infarto a los pajarillos que ayudaban a Blancanieves a limpiar la choza de los Siete Enanitos. Para quien Cenicienta y compañía representan la encarnación de una visión misógina y heteropatriarcal de la sociedad, contemplarlas transgrediendo los supuestos valores de pureza y sumisión que las definen resulta casi un acto de reivindicación.
jose rodolfo loaiza ontivero
Pero si este recurso continúa funcionando es porque estas películas siguen estando muy arraigadas a la cultura popular actual, por muy retrógrados o desfasados que resulten los modelos que representan. “Estos personajes siguen vigentes décadas después de su creación porque todavía hay muchos niños y niñas que quieren ser el centro de atención, el rey y la reina de su casa y detestan a los hermanos pequeños que vienen a arrebatarles el trono ¿A quién no le gusta que su madre le ponga una corona y un vaporoso atuendo? Es el primer contacto con la notoriedad que tenemos desde pequeños, es normal que alabemos a aquellos iconos que lo son 365 días al año y no solo en carnaval”, argumenta Borque.
José Rodolfo Loaiza Ontiveros
Las cifras le dan en parte la razón. El merchandising relacionado con las películas de princesas Disney generó en Estados Unidos ventas por valor de 1,3 millones de euros el pasado año. Una cuantía superior incluso que la recaudada por las franquicias de Star wars (algo más que 1,2 millones de euros), según informa la revista Time.
jose rodolfo loaiza ontivero
Frozen, protagonizado por las princesas Anna y Elsa, ha sido el último gran éxito de Disney en materia de la realeza. Aunque estas dos hermanas resultan mucho más resueltas y seguras de sí mismas que la siempre indefensa y meliflua Cenicienta. “Los tiempos cambian y si Disney no lo hiciera sería un suicidio. No me imagino a las madres actuales atiborrando a sus hijas a base de historias pastelonas sin trasfondo de superación. Bueno, sí me lo imagino, pero prefiero no hacerlo”, espeta Borque. Solo en Estados Unidos, Frozen ha recaudado casi un millón de euros en taquilla y su banda sonora (pruebe a decirle Libre soy a un menor de 15 años y prepárese para sufrir) ocupó durante trece semanas seguidas el primer puesto de discos más vendidos en este país. Así que, sí, Blancanieves tiene herederas al trono. Y con ellas, se hace real la posibilidad de perpetuar el género de los montajes más allá la generación que se crio creyéndose Simba. Quizá dentro de 15 años veamos imágenes de Anna y Elsa haciéndose sexting… y haya a quién le resulte perturbador.

viernes, 29 de agosto de 2014

Stephen Fry The Secret Life Of The Manic Depressive


Oliver Sacks y la religión


El cuerpo como elemento decorativo

Las galas de los que van desnudos”, así es como definió ‘National Geographic’ en su número de noviembre de 1966 las cicatrices que decoran la espalda de la mujer de la derecha de la tribu nuba. Horst Luz retrató estas escarificaciones que se fijan con carbón o ceniza y se secan con saliva o aceite de sésamo. El resultado final se asemeja a un tejido de cuero decorado muy profusamente. Los nuba viven al norte de Sudán. Son unos de los moradores más antiguos de las orillas del Nilo.

Chiloé ; pendiente de visitar

Chiloé, una aventura austral

 

 
Un camino en el parque nacional de Chiloé, en Isla Grande. / Luis Davilla
Adentrarse en Chiloé, el archipiélago chileno compuesto por unas 40 islas y poblado por 150.000 habitantes, supone remontarse a épocas pasadas, a un mundo de tradiciones y leyendas que han permanecido vivas solo en esta parte del país, dado su aislamiento del resto del territorio. Un lugar donde el Trauco, un hombrecillo con grandes dotes de seducción, continúa justificando los embarazos no deseados; en el que el baile de la bella Pincoya anticipa abundante pesca y donde “la minga” sigue reuniendo a los vecinos para trasladar una casa —en estas islas, cuando la gente se muda, se lleva la casa consigo— o construir el granero de una familia como trabajo comunitario que es.
Por eso merece la pena llegar desde el continente, en transbordador, para contemplar el canal de Chacao y que la Isla Grande se vaya aproximando lentamente a los ojos del visitante. Y si hay suerte, podemos avistar temerosos lobos marinos y toninas (pequeños delfines), que campan a sus anchas por estas aguas. Viajar en transbordador es más incómodo que en avión (hace algo más de un año Lan Chile abrió la ruta Santiago-Castro, que en poco más de tres horas recorre los casi 1.200 kilómetros que separan la capital del país de la del archipiélago). Pero resulta más grato atravesar el canal subidos en el ferri —junto al coche— para, después de media hora, transitar las carreteras de Isla Grande y descubrir su singularidad.
Una exuberante vegetación y construcciones que únicamente se pueden observar en territorio chilota son algunas de las señas de identidad de este archipiélago del sur de Chile, que dan paso a las esteparias tierras y los hielos perpetuos que llevan al fin del mundo, al cabo de Hornos.
Ancud y Castro
Palafitos en Castro. / Dmitry Saparov
En Ancud, una de las grandes ciudades de la mayor de las islas de Chiloé, el fuerte de San Antonio recuerda el paso de los españoles por estas tierras pobladas antaño por indígenas. Aunque se desconoce a ciencia cierta la procedencia de los chonos y los mapuches, fueron ellos los primeros pobladores del archipiélago y, de hecho, los chilotas conservan todavía sus rasgos. En Castro, la capital administrativa, se levantan los palafitos, unas viviendas coloridas construidas en madera que surgen del mar sobre unos estirados palos que en su día fueron morada de pescadores y que se han convertido en la típica estampa turística de Chiloé.
Los palafitos no son en absoluto las únicas construcciones originales del archipiélago, en el que las casas de madera antiguas han sobrevivido al devastador terremoto de 2010, al que acompañó un tsunami que Chile no ha olvidado aún. Estas viviendas se levantaron con alerce, un árbol protegido con el que se hacen las tejuelas, pequeñas tablillas artesanales de distintas formas que adornan sus fachadas, a menudo de colores vivos para contrarrestar el gris del cielo.
Dalcahue
Javier Belloso
En Chiloé la lluvia abunda. El sol, también. De hecho, en un mismo día se puede pasar por distintos climas, puede haber viento, sol y lluvia. Dalcahue, una de las poblaciones desde las que se accede en ferri a diferentes islas, cambia completamente dependiendo de la luz del día. Su pequeño puerto cobra color y vida cuando los rayos del sol se posan sobre él y los barquitos pesqueros brillan. En esta localidad de 5.000 habitantes hay un escueto museo en el que multitud de útiles de pesca y labranza recuerdan sus orígenes. Pero si algo destaca, son las cocinerías, donde decenas de mujeres se afanan en elaborar los platos típicos chilotas (casi todos basados en la patata, de la que se cultivan 400 variedades). Milcaos, chapaleles, chochocas… Las cocinerías están al lado del mercado artesanal, en el que se venden productos hechos a mano, principalmente ropas y telares de lana de oveja, utensilios de madera y cestería.
Quinchao
El viaje en ferri de Dalcahue a Quinchao, otra de las islas del archipiélago, con 10.000 habitantes, es rápido. Más agradable si se hace en una embarcación privada, cuyas rutas suelen ser más prolongadas y desde las cuales se pueden divisar algunos de los pequeños islotes de Chiloé, habitados y deshabitados, así como las innumerables boyas en las que se cultivan mejillones (choritos para los chilenos) y otros moluscos.
En las aguas que bañan Quinchao también se ha asentado la próspera industria salmonera, que da trabajo a buena parte de la población chilota. La acuicultura ha llevado la modernidad a este tradicional territorio y es en buena medida la razón del escaso índice de paro, pero ya afecta a los fondos marinos. En Quinchao no solo se pueden contemplar algunas de las calles con casas de tejuelas más antiguas de Chiloé, como ocurre en Curaco de Vélez. También es posible disfrutar de varias de las mejores iglesias de madera del siglo XVIII del archipiélago, que han sido declaradas patrimonio mundial. Los templos chilotas protegidos por la Unesco son 16 en total, tres de ellos se hallan en esta isla, el resto se desperdigan por las comunas de Dalcahue y Castro, así como por otras de las islas de menor tamaño.

Guía

Cómo llegar

» Lan Chile (www.lan.com), Iberia (www.iberia.com) y Air Europa (www.aireuropa.com) vuelan a Santiago de Chile. El vuelo dura 13 o 14 horas. Ida y vuelta desde Madrid, a partir de unos 750 euros.
» Desde Santiago de Chile se puede llegar en avión a Castro, la capital de Chiloé. Lan Chile tiene cuatro vuelos semanales que duran cerca de cuatro horas.
» Desde Puerto Montt (a dos horas de vuelo de Santiago) se puede llegar a la Isla Grande de Chiloé en transbordador con Transmarchilay (www.transmarchilay.cl) y Cruz del Sur (www.busescruzdelsur.cl).
» Turismo de Chile (www.chile.travel).
Adentrarse en el interior de la iglesia más antigua, Santa María del Loreto, en Achao, la capital, es un privilegio. Una pequeña nave construida en madera de ciprés hace alarde de gran belleza y singularidad. El techo de los templos chilotas semeja una de sus tradicionales embarcaciones pesqueras (dalcas) dada la vuelta. Esta peculiar bóveda es uno de los múltiples encantos de la iglesia, que se abre al público para la ocasión y durante ciertas celebraciones religiosas. No se pueden hacer fotos en el interior para que el colorido no pierda el brillo logrado tras la rehabilitación. Impresiona contemplar cómo los artesanos imitaron el mármol con la madera, o cómo levantaron un retablo barroco o los pintorescos oratorios azules. 
La iglesia de Quinchao sí se prepara para una celebración. Es la fiscal, una autoridad en el pueblo, quien la engalana para la misa de difuntos que tendrá lugar por la tarde. Este templo es el más grande de Chiloé, además de Monumento Nacional de Chile, y está consagrado a Nuestra Señora de Gracia, aunque junto a ella, en el altar, también se adora a dioses paganos, como ocurría en tiempos de evangelización de jesuitas y franciscanos. En la iglesia predomina el blanco, y guirnaldas de hojas y flores se entrelazan debajo del abovedado techo de dalca invertida. Estas tradiciones no serían posibles sin los chilotas, gentes hospitalarias y cautivadoras que invitan de buena gana al visitante a compartir sus ritos y su magia.

 

Almuerzo con Iris en su casa de tejuelas

Exterior del hotel Tierra Chiloé, situado a unos 18 kilómetros de Castro.
El hotel Tierra Chiloé es un paraíso para los sentidos. Levantado hace dos años sobre una loma desde la que se divisa el mar por casi todos los costados, esta moderna construcción, diseñada por Mobil Arquitectos en plena naturaleza, es un ejemplo de la arquitectura vanguardista chilena. Concebido como hotel boutique, tiene 12 habitaciones con vistas al mar interior de Chiloé.
Tierra Chiloé (www.tierrachiloe.com) es el alojamiento de mayor calidad (y precio) del archipiélago chileno, situado a 18 kilómetros de Castro en un emplazamiento único y solitario, en el que se pretende potenciar el ecoturismo. La habitación doble con desayuno tiene una tarifa de 400 euros, pero el establecimiento ofrece un paquete de turismo de experiencias —dos noches para dos personas, 870 euros— en el que está todo incluido: desde las comidas y bebidas tradicionales de la isla, hasta el spa, los paseos a caballo o en kayak o las excursiones con las que el hotel quiere que el visitante se lleve una imagen viva de la cultura y tradiciones de Chiloé. Para ello organizan visitas a otras islas en barco propio, a las iglesias patrimonio mundial y a la capital de la Isla Grande, entre otras.
Excursiones chilotas también se pueden realizar con empresas de turismo activo, como Austral Adventures (www.austral-adventures.com), que ofrece una visita a Delcahue y a la isla de Quinchao por 270 euros por persona y día, con alojamiento y comidas incluidos. O como Palafito Trip (www.palafitotrip.cl), que propone una excursión similar sin hospedaje por 54 euros por persona.
El objetivo de estas empresas es que el turista pueda estar en contacto con los chilotas y sus costumbres. Así, podemos conocer, por ejemplo, a Sandra Naimán, una agricultora que cultiva cinco hectáreas de terreno con las que produce cada año 2.000 kilos de patatas, ajos y otras hortalizas. O a Iris Montaña, con la que conversamos en su casa de tejuela de 113 años mientras almorzamos. Así es fácil dejarse seducir por estas islas.

jueves, 28 de agosto de 2014

de el Blog : El gerente demediado : sobre como el capitalismo salvaje arrasa con la humanidad

Dos días, Una noche...sin escándalo



Sandra es una trabajadora escasamente cualificada que trabaja en una modesta empresa de placas solares. Sus jefes deciden un buen día despedirla ante la situación de crisis generalizada, algo tan cotidiano que apenas merece atención. Pero antes de hacerlo le proponen un juego cruel: si consigue que dieciséis de sus colegas renuncien a su paga extra anual ( 1000 euros) ella mantendrá su empleo. Sandra dispone de un fin de semana( de viernes tarde a lunes mañana) para convencer a sus compañeros de que sus necesidades de trabajo son más importantes que sus requerimientos de dinero.
Desconocemos si es un caso real, pero tampoco sería excesivamente inverosímil. La historia constituye el argumento de la última película de los hermanos Dardenne (Luc y Jean-Pierre) , reconocidos directores belgas caracterizados por la realización de un cine eminentemente social,de escasa contemporización. En este caso decidieron contar como protagonista con una verdadera estrella ( Marion Cotillard) y no solo con actores no profesionales. Cotillard, posiblemente una de las mejores actrices actuales, borda el papel de mujer angustiada ante una decisión absurda.
En poco más de 48 horas de desasosiego Sandra recorre,con la ayuda de su marido, los domicilios y ubicaciones de sus compañeros a la búsqueda de un milagro.
La película ha sido unánimemente aclamada por la crítica de medio mundo, desde el New York Times a The Guardian. The Economist en un ejercicio de hipocresía asombroso , le dedica un artículo muy elogioso de significativo título: “Dos días, una noche, sin escándalo.” Llega a decir que la película de los Dardenne “profundiza en los devastadores efectos de los actuales problemas financieros que asolan los países occidentales mejor que cualquier otra película realizada hasta la fecha”.
Describe los sentimientos encontrados de cualquier espectador de bien, que se debate entre el deseo de que Sandra consiga su objetivo por un lado, y la evidencia de que para todos sus compañeros esa prima es también imprescindible. En boca de uno de ellos: “ será un desastre para mi si la mayoría vota a tu favor. Pero espero por tu bien que lo hagan”.
Devastadores efectos, dilemas inhumanos y atroces, generados por las propias políticas económicas que fomenta The Economist, y que aplican sin rechistar todos y cada uno de los gobiernos europeos, solo diferenciados en el color de la bandera.
Como muy bien señalaba The Guardian en su crítica a la película, la paradoja está en que el comprometido cine de los Dardanne es consumido mayoritariamente por una élite burguesa de la que forma parte posiblemente buena parte de la redacción de The Economist. Gente como nosotros, capaz de sentir empatía ( adquirida en algún curso de técnicas de gestión) por las miserias de los que nos rodean desde la cómoda butaca de un cine. Tristeza y comprensión que se desvanece al encenderse las luces.
Puede pensarse que no es más que una película realizada para ganar dinero. Pero tal vez deberíamos pensar si una trampa como la planteada en ella no la estamos viviendo todos nosotros de manera implícita. De forma subrepticia, nuestro gobierno ( como el resto de los gobiernos europeos, de los que no es más que el último de la fila), ha conseguido imponer una siniestra disyuntiva: para mantener los empleos de los que “estamos dentro” es imprescindible la precariedad, inestabilidad, y extorsión de lo que “están fuera”. Los sindicatos, prácticamente abatidos ( tanto por sus propia corrupción como por la ofensiva contundente de los que detentan el poder), colaboran resignadamente en la infamia: al fin y al cabo los que aún son trabajadores están dentro; los de fuera no existen.
Como ellos, aceptamos resignadamente las decisiones de los gobiernos autonómicos de no cubrir ausencias en los centros sanitarios, de tolerar contratos indignos, de castigar con el ostracismo griego los rechazos de éstos, de ( en el mejor de los casos) sacar plazas a concurso con cuentagotas. Mientras tanto colegios, sindicatos y sociedades profesionales andamos profundamente consternados desde la butaca del cine.
Xan Brooks escribe en The Guardian: “ Dos días, Una noche nos enseña que la lucha es siempre valiosa, sea cual sea el resultado. Aunque Sandra pierda , al final habrá ganado”.
Para aplicarnos el cuento.

The magnificent Anne Lamott on how to begin becoming the person you were meant to be.

We begin to find and become ourselves when we notice how we are already found, already truly, entirely, wildly, messily, marvelously who we were born to be. The only problem is that there is also so much other stuff, typically fixations with how people perceive us, how to get more of the things that we think will make us happy, and with keeping our weight down. So the real issue is how do we gently stop being who we aren’t? How do we relieve ourselves of the false fronts of people-pleasing and affectation, the obsessive need for power and security, the backpack of old pain, and the psychic Spanx that keeps us smaller and contained?
Here’s how I became myself: mess, failure, mistakes, disappointments, and extensive reading; limbo, indecision, setbacks, addiction, public embarrassment, and endless conversations with my best women friends; the loss of people without whom I could not live, the loss of pets that left me reeling, dizzying betrayals but much greater loyalty, and overall, choosing as my motto William Blake’s line that we are here to learn to endure the beams of love.
 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Para meditar ( scanneo corporal )

Conan Doyle

El antecedente Doyle

Esta historia recuerda a una anécdota recogida por Noel Clarassó en una de sus antologías: precisamente el creador de Sherlock Holmes, que sobrevuela toda esta trama, disfrutaba gastando una broma a sus amigos. Les enviaba un telegrama anónimo con la frase: “Todo se ha descubierto. Huye de la ciudad”. Todos sus amigos sin excepción tenían algún secreto inconfesable (una amante, un fraude, una estafa, una traición), así que corrían hacia la estación de tren, donde se encontraban con otros prófugos y con un Conan Doyle carcajeante.

domingo, 24 de agosto de 2014

La muerte viene a mi porque yo quiero . Antonio Aramayona


                
No soy un enfermo terminal, tampoco una persona depresiva con fantasías suicidas. Solo deseo manifestar aquí y ahora que solo yo tengo el derecho inalienable de decidir sobre mi propia vida y mi propia muerte. Ni dioses, ni clérigos, ni jueces, ni nadie, por muy biempensante o poderoso que se precie, pueden decidir sobre mi vida y mi muerte. Haciendo mías las palabras de Nietzsche, "esta es la muerte que deseo: la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero".
Me gusta vivir y amo la vida sobre todas las cosas. Por eso mismo rechazo que algunas personas falaces hagan preguntas capciosas como "¿está usted a favor de la vida?", pues su interés es llevarme a sus posiciones reaccionarias o declararme partidario de la muerte. Esa gente ignora que la vida no consiste solo en poder respirar, comer, dormir y defecar, pues existir debería ser siempre un acto permanente de gozoso, consciente y libre zambullirse en la aventura del vivir. Una botella o un lapicero son lo que son, están definitivamente terminados, pero los seres humanos estamos siempre por hacer: cada instante decidimos qué hacemos con nosotros mismos, incluso echarnos a perder. En resumidas cuentas, por amor a la vida, puedo y quiero decidir vivir libre y dignamente, también morir bien, libre y dignamente. La libertad es ni más ni menos que el ejercicio de ese decidir incesante. La vida es libertad. Por eso reivindico mi libertad de decidir también cómo vivir y morir.
Quisiera vivir entre seres humanos libres en la vida y en la muerte. Nada temo, salvo el rostro del dolor cuando aparece implacable. Quiero vivir en plenitud cada uno de los momentos que me restan, amo la vida con todas mis fuerzas, y así converso amistosamente con la posibilidad de acabarla cuando concierte con ella que ha llegado el momento.
Afirmo aquí y ahora: a) que el derecho a una muerte digna es la continuación natural del derecho a una vida digna, b) el derecho inalienable de cada persona a disponer libre y responsablemente de su propia vida, c) el imperativo ético supremo de la libertad de conciencia de cada persona para decidir el momento y las circunstancias de su muerte digna y d) la ilegitimidad por parte de cualquier ideología para entrometerse, suplantar o negar la conciencia, la libertad y el derecho de cada persona a decidir y disponer sobre su propia vida y su propia muerte.
Cuando llegue el momento del acabamiento, sentiré sobre todo mi amor a la vida. Y si alguna vez he ayudado a alguien a morir bien, ha sido un inequívoco acto de amor. Se puede dejar libre y responsablemente la vida sin tristeza, sin temor, solo con quietud y por amor a la vida. Por eso necesito manifestar aquí y ahora mi amor a la vida y mi apasionada amistad con su posible acabamiento, cuando el sol decida descansar más allá de la línea de mi horizonte.
Maravilloso anhelo el de morir un día rodeado de amigos amantes de la tierra. Fecundo deseo el de volver a la tierra para volver a ser tierra como acto definitivo de amor a la tierra. Y entretanto, amar apasionadamente la vida, los derechos y las libertades de todos y cada uno de los seres del mundo.
(En memoria de Robin Williams)
–¿Qué le diría a un extranjero que pregunta por Argentina ?


–Tres cosas. Primero, lo interesante que son los problemas que tenemos. Segundo, lo insólito que son las soluciones que se nos ocurren. Y tercero, lo poco que aprendemos de nuestros errores.

o Maria Schneider's brand new recording project "The Thompson Fields


miércoles, 20 de agosto de 2014

Adonde me gustaría ir : Desembarco en Paraty

Cuando se viaja por carretera de Río de Janeiro hacia el sur, la visión de la costa es la de un archipiélago de enorme profundidad donde unas islas van quedando siempre al fondo, separadas de las que tenemos enfrente por una bruma densa que vuelve casi palpable la enorme distancia entre ellas. Muchos kilómetros de esta presencia fantasmal por un lado del camino con una selva desbordante del otro dan a esa costa de la región de Río un carácter especialmente fantástico. Sin saberlo, recorremos a lo largo de casi doscientos kilómetros la Bahía de Isla Grande, la de las islas aparecidas. En este otro mundo, cada pellizco del litoral se va convirtiendo de pronto ante nuestros ojos en una playa paradisiaca o un pequeño puerto. Horacio Costa, que tiene una casa a una hora de Río, nos señala en el camino dos o tres rincones asombrosos que frecuenta y una envidiable playa nudista. Las apariciones continúan hasta un puerto más grande, Angra dos Reis, prácticamente enfrente de la Ilha Grande. También hay de pronto, entre tanto fantasma poético, una aparición terrorífica: dos plantas nucleares en uno de los más bellos rincones de la costa, con un espantoso conjunto habitacional de apariencia militar en una de las playas deslumbrantes. Evidente destino nocturno de los trabajadores de esas plantas. El conductor, un carioca que ama su región, nos explica: esto es obra de los gobiernos de generales, no podían soportar ni la seguridad de la población ni la belleza.
La disonancia queda atrás y muy poco después vamos entrando en un microclima que conduce a una bahía dentro de la bahía. Estamos llegando al antiguo puerto de Paraty. Unas cuantas calles de ciudad moderna llena de anuncios, esas ruinas nuevas, rodean como una muralla de fealdad a la ciudad antigua, especialmente. Ya en el centro histórico casi no entran los automóviles. Y en cuanto quedamos a pie nos envuelve la belleza de esta ciudad, su carácter único, su textura de muros encalados, sus perspectivas armónicas, sus techos de teja y su empedrado constante. Su proporción tan humana, nunca más alta de dos pisos, nos toca poderosamente. Cuatro calles más allá, un mar tranquilo pero posesivo nos llama.
Al fondo, otro horizonte de islas fantasmales, más lejanas, nos detiene. El muelle resguarda cientos de veleros. A la izquierda, el río casi quieto desemboca en la bahía. Nos damos cuenta con sorpresa de que detrás de nosotros hay unas montañas muy altas. Paraty, la antigua, nos parece de pronto un paréntesis urbano de plenitud inesperada al pie de gigantes cubiertos de jungla. Un suspiro profundo entre la cordillera verde, el río quieto y el mar de la bahía rigurosamente resguardada por fuertes en islas y penínsulas. Se comprende que Paraty haya sido elegida y fuera creciendo como la llave hacia el mundo de riquezas mineras que se explotaba detrás de estas montañas. Entrada y salida de todo lo posible encontrado en un lugar recóndito. Aquí, desde 1533 se habita una de las poblaciones más antiguas de América.
Hay entonces dos maneras de desembarcar en Paraty. Si se viene del camino costero uno se deja envolver de pronto, en cuanto se abandona esa barca moderna que puede ser el automóvil, por una textura urbana excepcional. Un lugar donde la armonía, la composición, parecen ser lo más importante que puede cubrirnos como un manto navegable. Como si se entrara en una nube. La dulce conmoción de estar en una ciudad evidentemente amada por sus habitantes es muy intensa. La composición extrañamente impecable se te va colando rápidamente dentro. Nada es igual después de ella.
La segunda manera es, literalmente, llegando por agua. Tiene la ventaja de que no se pasa por el cinturón de fealdad que en automóvil nos vemos obligados a atravesar. La paciencia de la navegación a vela es mejor para gozarla plenamente. La enormidad de la bahía va dejándonos tener en los ojos el perfil de la ciudad muy poco a poco. Una iglesia pequeña, muy blanca, nos ofrece la primera visión. Con su torre añadida más tarde, su atrio abierto al mar. En un momento, detrás de ella surge claramente el copete de la iglesia más grande. El frente de ambas se sobrepone como en un collage soldado por la distancia y enmarcado por palmeras altas. No podemos entrar por el río cuando la marea esta baja. Llegamos al muelle y su bosque de mástiles. En esta manera de desembarcar en Paraty, la belleza de la ciudad se toca a lo lejos en vez de envolver de golpe. La iniciación fantasmal de las islas queda siempre a la espalda y la cordillera verde a la vista. La sensación se asimila más lentamente pero no es menos intensa.
Por tierra, lo fantasmal predomina y se abren los ojos ya dentro del escenario que conmociona todos los sentidos. Por agua, lo fantasmal queda atrás, uno es el fantasma que va entrando poco a poco al escenario que asimilan antes los ojos.

Bola de Nieve : Dejame recordar


Narrativa sobre el duelo

La lista es larga y podría ser interminable. A El libro de mi madre, de Albert Cohen (1954); Una muerte muy dulce (1964) y La ceremonia del adiós (1981), de Simone de Beauvoir; Una pena en observación, de C. S. Lewis (1961); Desgracia impeorable, de Peter Handke (1972); Mortal y rosa, de Francisco Umbral (1975); La invención de la soledad, de Paul Auster (1982); Mi madre, in memoriam, de Richard Ford (1988), podrían sumarse títulos recientes, varios de ellos con ventas importantes y muchas reediciones, como La ridícula idea de no volver a verte (2013), de Rosa Montero; Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente (2010); El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince (2006); Lo que no tiene nombre, de Piedad Bonnett (2013); La hora violeta, de Sergio del Molino (2013); Di su nombre, de Francisco Goldman (2011); Canción de tumba, de Julián Herbert (2011); Memorias de una viuda, de Joyce Carol Oates (2011); Un mar de muerte, de David Rieff (2008); Mi libro enterrado, de Mauro Libertella (2013); Ojalá octubre, de Juan Cruz Ruiz (2007); Diario de un duelo, de Roland Barthes (escrito entre 1977 y 1978, publicado en 2009); Mi abuela, Marta Rivas González, de Rafael Gumucio (2013); El año del pensamiento mágico (2005) y Noches azules (2011), de Joan Didion. Libros que se internan en recuerdos tristes —el rastro del cuerpo del niño en las sábanas vacías, las huellas de los dedos de la mujer en el envase de champú— para hacer, de una pesadilla, una pieza de literatura.

lunes, 18 de agosto de 2014

Mi canción preferida a los 5 años , la tocaba con mi pianito amarillo

Cu cu cantaba la rana

Let me tell you what I think of bicycling. I think it has done more to emancipate women than anything else in the world. I stand and rejoice every time I see a woman ride by on a wheel.” ~ Susan B. Anthony, 1896

VILA MATAS

Se habla de vacíos, de abismos, de precipicios... y sin embargo son cuentos muy optimistas. El libro se lee con una sonrisa constante. El humor, dice, «es el centro del universo, no la esperanza»...
Eso lo dice en Ame a Bo el astronauta que narra la historia. Pero seguramente el astronauta, ese hombre perdido en el espacio, soy yo. Con ese relato sucedió que, al escribirlo y ponerme en la que para mí era la situación más angustiosa del libro –ese hombre que viaja en soledad, infinitamente en línea recta, sin posibilidad de retorno-, descubrí que no era  la esperanza, sino el humor el centro mismo de mi universo. Ante la muerte física sólo veo dos salidas, así a priori: dignidad y humor.

El poder de la empatía


domingo, 17 de agosto de 2014

Peter Worsley Woman reading



El silencio antes de Bach


Verdades verdaderas . Impresionante film sobre Estela de Carlotto ( presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo ) En la búsqueda constante de su nieto Guido ( encontrado la semana pasada )


"Muchas veces me he preguntado en qué ocupa su tiempo la gente normal, cuando a mí el trabajo de seguir con vida me ocupa hasta el último minuto, y apenas si me alcanza." Cesar Aira

¿Y cómo se cambia del dolor a la decisión de hacer de la vida un festejo?

 Aceptando que en la vida nos educan mal. Nos preparan para un festín que siempre llegará cuando seamos mayores. Es una mentira: el festejo en la vida es que todo lo que viene lo tienes que elaborar como puedas, pero no olvidar. El festejo de la vida es aceptar el dolor, la salida del sol, los conflictos, el hambre, la angustia...

sábado, 16 de agosto de 2014

libros sobre el duelo

 

Tiempo de vida (Anagrama, 2010): el español Marcos Giralt Torrente escribió acerca de un tema universal —la muerte del padre—, repasando la compleja relación que mantuvo con el suyo hasta el día de su fallecimiento.
Lo que no tiene nombre (Alfaguara, 2013): luego del suicidio de su hijo, la colombiana Piedad Bonnett escribió este libro en el que narra su propio duelo, y la vida y la muerte de ese joven con vocación de artista plástico.
La hora violeta (Random House, 2013): Pablo, el hijo del escritor español Sergio del Molino, falleció a los dos años por causa de una leucemia. Del Molino cuenta su vida como padre en un libro que funciona como una larga carta al hijo muerto.
Di su nombre (Sexto Piso, 2011): el estadounidense Francisco Goldman perdió a su esposa, Aura Estrada, cuando una ola le quebró el cuello en la costa mexicana. La vida de Goldman devino un infierno, y este libro da cuenta de ese tiempo transcurrido en completa oscuridad.
Canción de tumba (Random House, 2011): a los pies de la cama en la que agonizaba su madre, el mexicano Julián Herbert comenzó a llevar esta suerte de diario que repasa los pliegues más difíciles de la relación entre ambos.
Mi libro enterrado (Mansalva, 2013): el argentino Mauro Libertella escribió este, su primer libro, después del fallecimiento de su padre, el prestigioso escritor Héctor Libertella, preguntándose cómo se puede escribir a la sombra de un padre genial.
Mi abuela, Marta Rivas González (Ediciones Universidad Diego Portales 2013): su abuela fue, para el chileno Rafael Gumucio, un personaje clave. Aquí cuenta su vida y su muerte, y la magnética influencia que ejercía sobre él.
El año del pensamiento mágico (Global Rythm, 2005) y Noches azules (Random House, 2011): la noche en que regresaban de visitar a la hija de ambos, que permanecía en coma en un hospital, el marido de la estadounidense Joan Didion cayó muerto a sus espaldas. Dos años después, su hija también murió. Estos dos libros funcionan en desquiciado espejo y cuentan esas experiencias.
 Por qué nos quitan la filosofía el poder no está interesado en que la mayoría pueda acceder a un buen nivel de formación intelectual. De ahí que la Ley Wert, siguiendo las directrices de la evaluación del informe Pisa, establezca un modelo de plan de estudios a dos velocidades a partir de los 12 años, para formar una elite ecónómica dirigente y una masa destinada a trabajar y producir según las necesidades del sistema, a la que se le piden sólo conocimientos técnicos y memorización de datos, mientras se le niega el acceso a la riqueza de la cultura que encierra la filosofía, las artes, la literatura, la historia… en definitiva todos aquellos conocimientos que facilitan o procuran el pensamiento crítico y el desarrollo libre de la creatividad.

Seguir caminando , cultivando las fortalezas

Algunos afirman que eudaimonia es tener objetivos que trascienden al yo, al momento presente: buscar algo más grande que yo mismo. Eudaimonia se relaciona también con el crecimiento personal, con el desarrollo de nuestras competencias, con sacar al mejor yo. Y también con el cultivo de las virtudes, las areté, las fortalezas de carácter que son, en el fondo, una automatización de la buena conducta. Y tiene también que tener con la autonomía, con poder tomar tus propias decisiones y ser coherente con uno mismo, con el daimon, el auténtico yo.
La investigación muestra que cada forma de felicidad tiene unos resultados. Las personas predominantemente hedónicas son más despreocupadas y tiene más afectos positivos; las eudaimónicas dicen que su vida tiene más sentido, son más vitales y tienen más experiencias de elevación o trascendencia. Las personas hedónicas dicen estar muy felices en el corto plazo, pero las eudaimónicas mantienen el nivel de felicidad en el medio plazo.
"Muchas veces me he preguntado en qué ocupa su tiempo la gente normal, cuando a mí el trabajo de seguir con vida me ocupa hasta el último minuto, y apenas si me alcanza." Cesar Aira

Vivienda abandonada en la Isla Butacheuques, perteneciente a la comuna de Isla Grande de Chiloé, El paso del tiempo ha generado que estos asentamientos de difícil acceso de la zona sur de Chile se vayan poco a poco despoblando generando estos bellos y melancólicos paisajes de desolación.

Foto de un lector de BBC Mundo por el tema “abandono”

jueves, 14 de agosto de 2014

Carta anticipada al médico que decidirá por mí cuando yo no pueda hacerlo. Autor: Daniel Flichtentrei Fuente: IntraMed



"¿Y cuanto vale dormir tan custodiado
de expertos cínicos y botones dorados? "
Patricio Rey
Soy médico, igual que vos. Estuve en el lugar en que ahora estás, cientos de veces. Pero, claro, es la
primera vez en que me toca estar donde ahora estoy. Conozco lo que pasará por tu cabeza, el modo
insistente en que te preguntarás ¿qué hubiera querido? ¿cuáles serán mis valores y creencias, cuáles
mis deseos? Sabés que ya no podrás averiguarlo. Que es tarde, irremediablemente tarde. Por eso
prefiero anticiparte mi respuesta. Antes, espero que mucho antes, de te hagas esa pregunta.
No tengo intención alguna de morirme, pero mucho menos de vivir de cualquier modo. Quiero la vida,
pero una que merezca ser vivida. No importa lo que creas vos. Eso vale solo para tu propia vida, no para
la mía. Yo soy mis ideas, mis recuerdos, mi autonomía y mis afectos. Si no puedo tenerlos, no me
obligues a prolongarme en un cuerpo ajeno donde ya no voy a estar.
Te pido que te detengas un momento antes de actuar. Que pienses en lo que acabo de decirte antes de
extender tu mano buscando el laringoscopio, de que ordenes en voz alta e imperativa: “traigan un
respirador”, de que te lances sobre mi pecho para romperme las costillas mientras tus ojos miran el
monitor y le ordenás a los gritos a tu residente que tome una muestra de mi sangre arterial. Por favor,
detené por unos segundos la máquina que te gobierna. Pensá en mí, pensá en vos. En el fundamento de lo que a los dos nos trajo hasta este lugar.
En lo que vas a hacer antes de que el adiestramiento enfático y la conciencia amordazada te conviertan en un autómata. También a mí, alguna vez,
me devoró esa boca.
Si creés que lo que estás por hacer podrá rescatar lo que soy y concederme un tiempo más de vida con la dignidad que merezco, hacelo. Te lo voy a
agradecer mucho. Pero si, como tantas veces nos ha ocurrido a todos, sabés que lo que seguirá al “éxito” de tu intervención será una agonía
interminable, una absurda ficción de vida, un culto idiota a los parámetros vitales que desprecia la existencia, por favor, no me hagas nada. Dame el
mínimo confort que todos merecemos, el respeto a la intimidad y a la trascendencia del final. Dame permiso para morir.
¡Cómo no voy a entenderte! Si yo también he sentido como un credo pagano que la muerte es siempre una derrota personal. Que la gente se “me”
moría. Que era más un problema mío que de ellos. Que yo estaba allí para impedirles morir a cualquier precio. También, como vos, yo aprendí, en
una escuela hecha de silencios y de eufemismos, que sostener la vida era una obligación. Un imperativo ciego y categórico. No importa cómo, no
importa para qué. Yo también he sido vos. Dócil y obediente con su amo como un perro de presa.
¿Querés ser un héroe? Perfecto, pero no te confundas. Héroe es quien discute lo establecido y adopta su propio criterio. No le hace falta el estruendo
de la batalla, ni la sangre chorreando desde la cama, ni mis costillas rotas, ni mi cerebro congelado. Yo también me creí un héroe. Ahora sé que fui un
minúsculo soldado. No tengas miedo si estás seguro. No intentes salvar lo que ya se ha perdido. Es mi vida, no la tuya, lo que está en juego.
Quiero que si llega ese momento y la decisión está en tus manos, tomes en cuenta mi voluntad anticipada. No tengas miedo. No te sientas culpable.
Decile a mi gente que es el final y que se hará como yo hubiera querido. Si te piden otra cosa, si te sacuden y te imploran la futilidad y el
encarnizamiento, comprendelos, no los lastimes. Pero no les hagas caso. Atate al palo mayor como Ulises ante el canto de las sirenas. Buscá en mi
maletín mis auriculares y mi teléfono. Poneme en los oídos “Vamos las bandas” y dejá que esa música que me ha hecho tan feliz me acompañe por
última vez. Pedite una pizza y una Coca grande, cargalo a mi cuenta y brinda por los dos.
Y si más tarde llega la tropa de generales y de comisarios a recorrer el campo de batalla. Si te preguntan, si te cuestionan, si te humillan por tu flojera
y por tu inacción, resistí. Sentí el orgullo legítimo de no ser como ellos. Deciles: "vamos las bandas, rajen del cielo". Deciles que me ofreciste todo su
bonito menú de insensateces. Que te miré sonriente. Que te apreté la mano. Que te dije: “no, gracias”.

Esto sucede mediaticamente con los afectados por el virus de Ebola . Agosto 2014

LOS BOTONES DE MI MADRE del Blog Medico a cuadros

 


vida en botones 2    Deshacer la casa de tus padres es el siguiente escalón a enterrarlos, un duro trago que se hace con una mezcla de ternura, emoción y tristeza infinita. Es rescatar recuerdos, encontrar pequeños tesoros que no recordabas o que ni siquiera sabías que existían. Te sientes como un ladrón abriendo cajones cerrados con llave, como un intruso que husmea en intimidades ajenas. Encuentras tu propio pasado, recuerdos de infancia, la tuya, la de tus padres, incluso la de tus abuelos, mezclados con trazas de tus propios hijos, fotos, dibujos “para la mejor abuela”, tarjetas…. Podrías pasar días, semanas, quieres terminar de organizarlo pero también quieres que nunca acabe, que continúe como metáfora de aquel primer cordón umbilical, como esa última oportunidad de sentir su olor, todavía en los armarios llenos de sus ropas.
En una de esos ratos de lágrimas y de sonrisas, encontré los botones de mi madre, un enorme regalo para la imaginación y la reflexión. He pasado dos tardes clasificándolos, mirándolos, casi mimándolos y al final dejando plasmada su existencia en esta foto como un homenaje a la mujer excepcional a muchos niveles que fue mi madre. Pero muchos de sus atributos son comunes a una generación de mujeres, aquellas que fueron niñas de la guerra y la posguerra pasando hambre y miedo, adolescentes y jóvenes con una educación limitada (“ser médico es de hombres”), mujeres siempre a la sombra y tutela primero de padres y luego de maridos (la generación que ni siquiera podía abrir una cuenta en el banco o tener una propiedad si no era con un varón) pero excelentes economistas que eran capaces de ahorrar, de dirigir familias numerosas, fantásticas cocineras, cuidadoras dedicadas, maestras de vida. Mujeres que individualmente no han hecho historia pero que como generación trabajaron para levantar un país en ruinas y para que sus hijos fuéramos mejores y tuviéramos más que ellas mismas. Unas luchadoras.
Los botones de mi madre me han contado muchas cosas; he encontrado el pasado familiar en formas varias y materiales diversos: cuero, nacar, metal, madera, plástico….; leo historias en botones de los años 50 que reconozco en una foto amarillenta de mi abuela, los de las trenkas infantiles, ropa de fiesta, de batas de estar en casa, los del uniforme de gala de ingeniero agrónomo de mi padre, de las camisas de los babis del colegio, botones minúsculos de ropitas de bebé, botones forrados….hay cientos de botones, algunos preciosos, otros horribles. Resulta que en mi casa nunca se tiraba un botón, cuando una prenda se jubilaba, se guardaban los botones y se hacía trapos con la tela. Un eterno “por si acaso” y un constante “esto ha costado dinero”.Y en estos cientos de botones leo el salto generacional e intuyo cómo hemos cambiado y quizás, lo que hemos perdido.
Vivimos en una sociedad de usar y tirar, de “obsolescencia programada”, de reciclar como moda y no como costumbre, de no apreciar que las cosas cuestan un dinero, cuestan un trabajo y un esfuerzo; ahora somos de comprar y consumir a marchas forzadas. Consumistas pertinaces y obsesivos.
Vivimos en una sociedad siempre con prisas, descentrada, incapaz de parar a realizar tareas sencillas o poco llamativas, hemos dejado de encontrar placer en la simplicidad de las cosas, vivimos con un pie en la virtualidad de las redes sociales. Nuestra atención siempre dividida.
Vivimos en una sociedad en la que la palabra “ahorro” se vio sustituida por la palabra “crédito” hace tiempo, donde en vez de prever el futuro, reservar por si se necesita, se gasta por adelantado. No solo no se guardan esos botones sino que se compran botones sin tener cómo pagarlos.
Vivimos en una sociedad con las mujeres completamente incorporadas al mundo laboral, dejando en las casas ese hueco que nadie puede ni podrá cubrir (y que conste que a feminista no me gana nadie); nuestras madres, “de profesión: sus labores”, hacían esa función que aunque no reconocida ni pagada era inmensa y que a veces incluía reciclar botones y otras no faltar ni un solo día a abrirnos la puerta al volver del cole, o prepararnos la merienda, acudir a las funciones del colegio, ayudarnos con las tareas de “pretecnología”, echarnos mercromina en las rodillas o atendernos con el “tengo sed” de por la noche. Y no, hay cosas que solo una madre puede hacer como una madre, incluso el padre mas entusiasta y dedicado es un sucedáneo de lujo pero sucedáneo al fin.
Y creo que al menos mi madre no vivía frustrada ni alienada, al revés, sabía que hacía su trabajo y que lo hacía bien. Ella, que siempre hubo querido ser médico, fue hasta el final, una madre entregada, buen ejemplo de su generación. Mujer sin mediocridades, sin ser madre, esposa o profesional a tiempo parcial y sin nunca poder darlo todo. Y además, de premio, con un poco más de tiempo para arreglarse, organizar cenas con los amigos o salir de fiesta (eso también me lo dicen también los botones…..). Las mujeres de ahora, nos hemos liberado….nos hemos liberado…..¿nos hemos liberado? La bolsa de botones se ríe de mi.
Lo que no sé es cuantos botones faltan, cuantos realmente fueron de utilidad, cuales se injertaron en otra prenda; la bolsa solo tiene los que nunca llegaron a ver más vida que la foto en la que ahora quedan inmortalizados. Y es que al final, la vida quizás sea solo eso, una enorme bolsa de botones.

para serenar la cabeza

Estar en contacto con las necesidades internas y en armonía con el entorno, ser respetuoso con los ritmos del cuerpo y de la naturaleza, capaz de aprender de las dificultades y tener un fuerte propósito vital. Estos son algunos de los ingredientes para una vida equilibrada que proponen los expertos consultados. Alcanzarla en la era de las distracciones múltiples puede pasar por el entrenamiento de la atención. El mindfulness o atención plena, el yoga o la psicología positiva ofrecen herramientas para ello.

Entrenar la atención

Algo tan simple como contar del 1 al 10 sin que la mente se vaya por otros derroteros se está volviendo cada vez más complicado, acostumbrados como estamos a distraernos con los dispositivos electrónicos, la publicidad o la televisión. “Cuando la atención va constantemente de un objeto a otro, lo que se propicia es una reactividad ante lo que ocurre: la capacidad de respuesta se reduce y nos comportamos de forma automática”, señala Ana Arrabé, instructora de programas de reducción de estrés basado en mindfulness (MBSR, por sus siglas en inglés) y pionera en España de esta disciplina que nació en la Universidad de Massachusetts (EE. UU.) hace 30 años. Desde entonces se ha exportado a medio mundo, gracias a su efectividad para reducir síntomas físicos y psicológicos asociados al estrés. Por ejemplo, de acuerdo con los estudios realizados en dicha universidad, las escalas de malestar que tienen que ver con depresión, ansiedad, hostilidad y somatización del estrés se reducen en un 43 % tras participar en un curso MBSR. “Vivimos en continua alerta y no nos permitimos desconectar”, asegura Arrabé. La dispersión conduce al estrés, una epidemia que sigue creciendo en España, tal y como refleja el aumento del consumo de ansiolíticos (entre los que se incluye el fármaco Lorazepam, cuyo nombre comercial más conocido es, probablemente, Orfidal). Su uso ha aumentado un 37,3 % desde el año 2000 a 2011, de acuerdo con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, o el porcentaje de empleados que en 2012 afirmaba estar más estresado que el año anterior: el 62 %, de acuerdo con la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo.
El estrés es a su vez es una puerta de entrada a las enfermedades. Por eso, no tenemos que esperar a estar mal para actuar: “Aunque no están enfermas, muchas personas se dan cuenta de que se están perdiendo algo importante y les gustaría experimentar una mayor sensación de bienestar”, afirma Ana Arrabé. La percepción de que están engullidas por la anticipación ante lo venidero y las lamentaciones por el pasado lleva a mucha gente a incorporar mindfulness en su vida. Esto es, la capacidad de prestar atención al momento presente de forma deliberada y sin juzgar.

Cuidar lo que nos nutre

El psicólogo Óscar Sánchez recuerda cómo, en un momento de estrés, cuando se acercaba la fecha límite para entregar su tesis doctoral y se enfrentaba a dificultades en el trabajo, lo que más le ayudaba a encontrar equilibrio eran sus paseos por el monte. “Estamos programados para atender los estímulos naturales. A medida que me relajaba iba teniendo más y más ideas creativas”, señala. El contacto con la naturaleza es una de las formas clásicas, y relativamente sencilla, de encontrar sosiego cuando nos sentimos amenazados.
Sánchez trabaja en el marco de la Psicología Positiva, una rama que se centra en cualidades como el optimismo, el humor o la resiliencia, la capacidad de recuperarse frente a la adversidad. También aquí el entrenamiento de la atención es importante. En los talleres que imparte para fomentar el optimismo, este profesor de la Universidad de Murcia trata de modificar el llamado sesgo atencional negativo de los participantes: las personas con un perfil pesimista, por así decirlo, se fijan en los estímulos negativos y pasan por alto los positivos. “Esto se ha observado en personas que han sufrido traumas, pero también en gente con ansiedad”, apunta. Se trata, por tanto, de estar alerta ante lo positivo o lo neutro. Cuando la tendencia es catastrofista con respecto al futuro, el objetivo es aumentar la conciencia planteando preguntas como: ¿qué es lo peor que puede pasar?, ¿qué está en mi mano hacer para afrontar ese escenario? “Eso nos va a ayudar a tener mayor sensación de control”, asegura Sánchez.
Y precisamente en este control está una de las claves. Como en la fábula de la reina que cierto día, mientras andaba descalza, se clavó una piedra afilada y se hizo daño en el pie. Enfadada, ordenó cubrir de cuero todo su reino. Hasta que un ministro sabio sugirió una fórmula más sencilla: en lugar de cubrir el reino, dijo, protejamos con cuero las plantas de nuestros pies. Y así se inventaron, de acuerdo con este mítico relato, los zapatos.
La cuestión es que muchas veces no es posible controlar lo que nos pasa, pero sí nuestra reacción ante ello. “No se trata tanto del estrés como de la reacción al estrés”, recuerda Arrabé. Si ya hay tensión en nuestra vida, es importante cuidar las relaciones, la alimentación o el descanso. “Si eliminamos de nuestra agenda lo que nos nutre, el estrés se incrementará”, explica. Y esto es algo que tendemos a hacer cuando nos sentimos presionados.

El mapa no es el territorio

“Sal de tu mente y entra en tu cuerpo”. Esta es la aproximación que ofrece Gustavo G. Diex, director de Nirakara, un instituto de estudio del yoga y atención plena vinculado a la Universidad Complutense de Madrid. “Nuestro centro de gravedad existencial está en el pensamiento, y eso quiere decir que los múltiples diálogos mentales acerca del futuro, análisis del pasado y demás son el centro de nuestra experiencia”, señala Diex.
Sin embargo, estos pensamientos son solo interpretaciones de la realidad y no la realidad misma. El mapa, como se suele decir, no es el territorio, pero es posible entrar en contacto con este territorio –o sea, la realidad– a través de lo que Diex llama “corporalidad”. Por ejemplo, darse cuenta de cómo reacciona nuestro cuerpo ante una persona que nos agrada y frente a otra que nos incomoda. O las diferentes sensaciones del día frente a la noche. “Refugiarse en la corporalidad es saber en qué estado mental estamos en cada momento. El organismo nos da información valiosa sobre lo que nos está pasando en cada instante. En un momento de ira, por ejemplo, respiramos entrecortado o nos ponemos rojos. Aunque las emociones sean automáticas, tenemos opción de poder regularlas. El simple hecho de concentrarnos en nuestro cuerpo hace que nuestra primera emoción –de ira, en el ejemplo anterior– se vaya diluyendo”.
Diex, que ha impartido talleres con más de 1.500 participantes en su centro de la Universidad Complutense, sostiene que, en general, hemos perdido la sincronía con el cuerpo. “El cuerpo habla de sus ritmos de sueño, aprendizaje, actividad…, pero no estamos acostumbrados a escucharle”, sostiene. “La falta de conciencia corporal está íntimamente ligada a la falta de conciencia emocional; nos parece que la mente vive en un espacio diferente, pero no es cierto”.
Según las teorías de Gustavo G. Diex, las personas que comienzan a respirar y moverse con mayor conciencia entran en contacto con recuerdos emocionales que quedaron, por así decirlo, enterrados. “El yoga, el chi kung o el taichi son disciplinas de escucha corporal, donde el cuerpo no se utiliza como instrumento, sino como un fin en sí mismo”, señala el experto.
En los talleres que imparte, Ana Arrabé también se refiere a la necesidad de volver una y otra vez al cuerpo, a la respiración y a las sensaciones físicas para anclar la atención en el presente. Esta es, volviendo al principio, una fórmula efectiva contra la prisa. La prisa va de la mano de la reactividad y dificulta que nos comportemos de otra manera, superando viejos patrones, ante las dificultades. Algo fundamental, ya que, como dejó dicho Einstein, no es posible resolver un problema usando el mismo tipo de pensamiento que lo creó.

domingo, 10 de agosto de 2014

Las 10 peliculas preferidas de Tarkovsky

Fue entonces cuando a Kozlov se le ocurrió preguntarle acerca de sus 10 pelis favoritas: "Completamente implicado en mi propuesta se sentó durante varios minutos con su cabeza directamente apuntando a una folio en blanco y empezó a escribir los nombres de sus directores favoritos: Buñuel, Mizoguchi, Bergman, Bresson, Kurosawa, Antonioni, Vigo.....uno más, Dreyer, incluido tras una pausa. Acto seguido confeccionó una lista de palículas que cuidadosamente puso en orden. La lista parecía confeccionada pero de repente, Tarkovsky añadía otro título: Luces de la Ciudad".
1. Diario de un cura rural de Robert Bresson

2. Winter Light de Ingmar Bergman
3. Nazarin de Luis Buñuel
4. Fresas Salvajes de Ingmar Bergman
5. Luces de la Ciudad de Charles Chaplin

6. Ugetsu Monogatari de Kenji Mizoguchi
7. Los Siete Samurais de Akira Kurosawa
8. Persona de Ingmar Bergman

9. Mouchette de Robert Bresson
10. Woman of the Dunes de Hiroshi Teshigahara

sábado, 9 de agosto de 2014

Tus zonas erróneas

Tus zonas erróneas es el primer libro de autoayuda escrito por Wayne Dyer, publicado el 1 de agosto de 1976. Es uno de los libros más vendidos de todos los tiempos, con una cifra estimada de 35 millones de copias vendidas. El libro pasó 64 semanas en la lista de best sellers del New York Times en noviembre de 1977,[1] llegando a posicionarse como número uno en la semana del 08 de mayo 1977[1]
El libro, con un estilo único, defiende la independencia de espíritu y la superación del miedo, la culpa, la conducta auto-destructiva, y toda una serie de condicionantes mentales que nos alejan de la felicidad y bloquean el desarrollo de la personalidad.

 

Resumen[editar]

Son zonas erróneas el resultado de procesos cognitivos de mentes que generan pensamientos estrictamente negativos que inmovilizan, limitan y perjudican. Estos procesos o pensamientos están estrechamente relacionados con el ego, pues proceden de su voz.

Listado[editar]

Las zonas erróneas son las siguientes:
  • Cualquier pensamiento que provenga de una autoestima insuficiente.
  • Culpabilidad o preocupación.
  • Necesidad de aprobación externa.
  • Postergación al obrar.
  • Necesidad de justicia.
  • No hacerse responsable de sí mismo.
Se trata sólo de inconvenientes superables como todos.

jueves, 7 de agosto de 2014

Martha Argerich de Buenos Aires


Cuentoterapia y medicina narrativa del BLOG del Dr Casado

 





Los cuentos son esenciales para la construcción de un ser humano. Hay cosas que sólo se pueden contar en este formato, que dicho sea de paso no es solo para niñas y niños. Los adultos necesitamos con urgencia que nos cuenten historias y a su vez contarlas.

Uno de mis libros de cabecera es Mujeres que corren con los lobos de la psiquiatra junguiana Clarissa Pinkola Estés. Una sabia mezcla de cuentos, psicoanálisis y medicina narrativa. Un ejemplo de antropología práctica. De una sencilla narración se pueden obtener tesoros, al igual que en un yacimiento arqueológico, tan solo hay que escavar, ser meticuloso y tomar conciencia de los hallazgos según van apareciendo. La doctora Estés desgrana las narraciones apelando a su contenido arquetípico, simbólico y mítico, obteniendo importantes mensajes. La potencialidad "salvaje" que se esconde tras nuestras capas "domesticadas" puede venir en nuestro auxilio ante retos que nos sobrepasen. En los tiempos que corren esto es de rabiosa actualidad, de alguna forma lo más urgente que nos toca hacer como especie es conectar con nosotros mismos y dejar de vagar perdidos por los caminos de la vida.

La cuentoterapia no es exclusiva de psicoterapuetas o  profesionales. De alguna forma cualquiera puede ejercitarla al contar una historia a sus hijos/as o a algún adulto.